“El consumidor puede transformar su carro de la compra en un carro de combate por un mundo más sostenible”, suele repetir el científico José Esquinas, quien ha dedicado 30 años de su vida en la FAO a trabajar para erradicar en hambre en el mundo. Esquinas se refiere con esta metáfora a convertirnos en consumidores con sentido ético, ya que dependiendo de dónde y qué compremos estamos incentivando un tipo de agricultura u otro. Cuidando del planeta y de nuestra salud o haciendo todo lo contrario.
Hay una postal para ti: Solo tienes que encontrarla en la ciudad
Las escasas salidas en blanco y negro al súper, la farmacia, el trabajo o dar la vuelta a la manzana con el perro comienzan a tener algunos fogonazos de color. De improviso en una esquina, en el alféizar de una ventana, colgando de la rama de un árbol o entre las chirimoyas de la frutería puede aparecer una postal para cualquiera de nosotros. Un objeto artístico con versos manuscritos en su reverso que alguien desconocido ha dejado para quien lo encuentre. Otra primavera posible.
La luz de Espaliú para alumbrar los tiempos del virus
“Caminar horas y horas sin parar. Recorrer calles de arriba abajo, de abajo arriba. Esa fue mi inmediata reacción cuando me enteré de que padecía el sida. De esto hace ya dos años. Estaba en Nueva York. La infección había comenzado mucho antes, pero soy incapaz de saber cuándo. Al principio experimenté rechazo. No podía creer que me estuviera sucediendo a mí. Entonces me ocurrió algo que le suele pasar a los afectados: intenté olvidar, olvidarme de todo; me fui a México”.
El artista cordobés Pepe Espaliú (1955-1993) relató así el primer golpe del virus. Curiosamente fue un tipo especial de neumonía lo que le hizo detectar el sida. Era finales de 1989 o principios de 1990. Una vez asumido, interiorizado y exteriorizado -“enseñar las heridas para así superarlas”, como defendía su admirado Joseph Beuys-, solía decir que vivía con sida o en el sida. Su objetivo era desestigmatizar una enfermedad a la que puso en el centro del arte.