Who The Fuck is El Solitario lanzaba Ivan Ferreiro desde el pecho de su camiseta. Aunque el músico promocionaba un corto sobre un artista vigués de las motos, apareció con este mensaje en el escenario al aire libre del Festival de la Guitarra para volver a dejar claro en vivo cuál es su rumbo estético y su filosofía. En realidad, el mismo que sopla sobre su nuca desde hace un cuarto de siglo.
Ni esperaba Ferreiro ni el respetable en la grada de La Axerquía una noche de julio más gallega que andaluza, de fresca brisa y árboles meciéndose en el jardín de una metafórica casa a la que invitó a todos los que importan para recibir ese repertorio épico en el melodrama, y hasta torturado en algunas canciones, que han hecho fuerte a Iván Ferreiro. Resistente sin convertirse en un campeón del rencor. Y no solo a él. Por el camino sus himnos y los que no lo son han llegado a un buen puñado de fieles que ya comienzan a transitar los caminos otoñales. Esa fue la instantánea del respetable. Por mucho que escueza.