Tienen algo en común la poesía de Góngora y la ciberpoesía: ambas supieron tomar su propio camino en el momento adecuado. Este es el punto de partida de “Soledades 2.0. No moderno artificio”, unas jornadas que desde el próximo jueves y cerca de donde nació Luis de Góngora y Argote el 11 de julio de 1561, el Centro Pepe Espaliú, cruzarán a Góngora con la tecnología. Porque tal vez sea ésta la que pueda poner al autor culterano en el siglo XXI, tal y como la Generación del 27 lo situó en el siglo XX.
Creadores digitales, expertos en la obra gongorina, escritores y videojockeys llevarán al píxel el verso. Durante tres días, a partir de talleres para adolescentes, una exposición digital, debates y performances, se mostrará cómo la tecnología puede redimensionar la palabra. Igual que Góngora redimensionó el género poético.
Muchos piensan que las Soledades habría sido el mejor de los poemas si don Luis lo hubiese terminado. La primera cuenta como un joven náufrago llega a la playa de una isla, es recogido por unos cabreros y termina asistiendo a una boda. Con un lenguaje tan complejo como el de la ciberpoesía, el protagonista se siente tan solo y perdido como un internauta ante el ordenador. En constante búsqueda. Además, con su alabanza de aldea y menosprecio de corte, Góngora sabe ennoblecer lo periférico sobre los centros de poder.
Para iluminarnos puede estar bien acudir a Dámaso Alonso y a su edición crítica de las Soledades, con una paráfrasis explicativa del poema. De otra dimensión fue el acercamiento del dúo Hidrogenesse a la Fábula de Polifemo y Galatea, rompiendo los esquemas de quien pensara que Góngora podría ser de todo menos pop. Pero ese es otro poema.
El de aquí y ahora es que comienzan las celebraciones del 450 aniversario de nacimiento de Góngora en su ciudad, un lugar en donde al poeta se le conoce de la forma menos barroca: por un cuadro atribuido a Velázquez y por una estatua en la plaza de la Trinidad. ¿Qué si lo rescatará la tecnología? Veremos.