El actor sueco, que revive estos días en Almería su amor por el western, recibirá el sábado el premio “Almería, tierra de cine”
Marta Jiménez@radiomarta
“No soy una estrella del cine de autor”. Así zanjaba el sueco Max Von Sydow en Almería su fama de leyenda del cine. Un título que se debe a una filmografía en la que figuran directores como Scorsese, Lynch, Huston, Spielberg, Scott, Woody Allen y, sobre todo, Bergman. Unos trabajos bajo las órdenes de tan estratosféricos nombres que unidos a su participación en el cine mainstream convierten la suya en una larga carrera de fondo presidida por el equilibrio, también, entre el cine europeo y americano.
Almería homenajea estos días al actor sueco que en 1977 vino a rodar a este rincón de la península ‘Marchar o morir’ de Dick Richards. Porque el western tampoco falta en un curriculum vacío de comedia, “algo que me hubiera encantado hacer”, ha confesado el actor en la ciudad de la Alcazaba.
Unido al apellido Von Sydow siempre estará Bergman, quien lo convirtió en su actor fetiche “por una simpatía mutua”. Un recuerdo que hace sonreir dulcemente a este actor grande, de 84 años, que mira desde unos diminutos ojos azules, oye regular y sabe parar el mundo cuando activa su poderosa voz. Quiere disfrutar de Almería tranquilamente, por eso se ha venido un par de días antes de su homenaje junto a su esposa, y en donde aprovechará para presentar el corto de su hijo, Cedric Brelet Von Sydow, ‘La ruèe vers l’or’, que participa fuera de concurso en Almería en corto.
Cuando se pronuncia el nombre de Ingmar Bergman responde con un “¿qué le gustaría saber?” y explica que los dos se entedieron tan bien porque ambos provenían de un pasado similar. “Teníamos familias muy religiosas. El padre de Bergman había sido un pastor luterano muy estricto y mis padres eran de una familia luterana muy severa”. Comenzaron trabajando juntos en dos producciones del teatro Municipal de Malmo y después saltó a sus películas, “en una época en la que todo el mundo quería trabajar con él” . La primera fue ‘El séptimo sello’ en 1957 en la que “disfruté mucho jugando al ajedrez con la muerte aunque fuese demasiado joven para saber de qué se trataba”. Tras dicha partida, rodaron doce películas más juntos.
Pero hay vida cinematográfica más allá de Bergman. Von Sydow es mucho más que eso y ha sido –entre otras muchas cosas- un exorcista, muchos villanos de manual, un rey bárbaro, un oficial nazi o el emperador Ming. El papel que más le ha gusado interpretar es el de padre en ‘Pelle el conquistador’, película de Bille August con la que volvió a rodar en Suecia en 1987. “Una rica historia que me dio la posibilidad de ofrecer reacciones y situaciones muy diferentes”. Preguntado por si le hubiera gustado tener el papel de Michael Caine en ‘Hanna y sus hermanas’ -él interpreta al marido de Barbara Hershey en el filme de Allen- ha respondido que “por supuesto”. El actor se ha lametado en Almería de que a su edad ya solo le ofrecen papeles de padre o abuelo enfermo “que muere en la página 63, y eso está muy lejos de la comedia”.
También reconoce haberse arrepentido de muchas de las elecciones que ha realizado en su carrera, algo lógico en una filmografía de más de un centenar de títulos. “Yo no tenía ningún plan artístico, solo elegía los papeles más interesantes con relaciones interesantes con otros personajes, pero también he hecho elecciones terribles porque muchas veces piensas que un director es más interesante de lo que en realidad era. Es una lotería”.
Muy emocionado de encontrarse en Almería el actor se ha preguntado que “¿por qué no rodar aquí otra vez?”. De su rodaje almeriense no tiene buen recuerdo porque estuvo lleno de contratiempos: Gene Hackman enfermó, hubo una interrupción muy larga y acabaron el filme en el desierto de California “en donde todos hablábamos de lo bien que se estaba aquí”. También ha reivindicado el título de “spaguetti western”, que pusieron despectivamente “unos americanos celosos del éxito de Sergio Leone”, pero que para el actor sueco “supone un gran honor para el género”. Que Almería sea “la cuna del cine del oeste y de Lawrence de Arabia le da una posición muy importante”.
Ante la imponente presencia del actor se siente tristeza por aquellos amantes del cine españoles que en décadas pasadas se perdieron su inmesa voz por culpa del doblaje. “En Suecia no hay tradición de doblar las películas y yo siempre he visto las peliculas con subtitulos y me gusta porque aprendes cosas de esas lenguas”. El actor, que se dobla a sí mismo al francés cuando le dan la oportunidad, siente no poder hacer lo mismo en castellano. “No conozco el idioma. Aprenderlo es mi otra asignatura pendiente junto a hacer una comedia”.