Esta es la historia de una película turística diseñada para recibir a los visitantes que llegan a Córdoba. Pero una cosa es para qué se crea un producto audiovisual y otra la triste realidad. ‘Córdoba, vida y genio’ es el nombre de un documental preciosista sobre la provincia, rodado en 3D, dirigido por Hervé Tirmarché y sembrado durante la carrera por la Capitalidad (Tirmarché era amigo de Carlota Álvarez Basso). Pero como el corto aun no posee la función que se le encomendó, ha sido pasto de la “movilidad exterior” y, al menos, se ha llevado un premio en el Festival de Cine Internacional de Turismo de Riga, ciudad que siempre me sonará a Eurovisión.
¿Y por qué los turistas no pueden ver este bonito documental 3D como entrada a su visita a la ciudad? Porque aún está cerrado el lugar donde debe proyectarse, el Centro de Recepción de Visitantes, junto a la Puerta del Puente, que casi un año después de su entrega aun está falto de mobiliario. Ustedes dirán, ay la crisis, pero parece que la verdadera causa está en la guerra fría interinstitucional, ya que el edificio lo hicieron los unos pero el
mobiliario depende de los otros. Aparte, planea la privatización de la gestión del Centro por parte del Consorcio, que siempre me sonó a Mocedades.
mobiliario depende de los otros. Aparte, planea la privatización de la gestión del Centro por parte del Consorcio, que siempre me sonó a Mocedades.
Las imágenes del documental se acompañan del ‘Nocturno de Córdoba’ con la Orquesta y Javier Riba, el cante de El pele o la guitarra de Vicente Amigo y son, claro que sí, espectaculares. La provincia brilla con su patrimonio artístico y natural, para variar, con planos de Cardeña-Montoro, Zuheros o Almedinilla. Pero a la Mezquita se la llama “Catedral, antigua Mezquita” -¿hasta aquí llegan los tentáculos del Cabildo?- y es nula la presencia de lo contemporáneo con la excepción de una bailaora ante una obra de Juan Serrano en Orive. Porque pasear en Vespa alrededor de la Mezquita creo que ya no es moderno. Así que si el centro por abrir refleja la unión entre la arquitectura nueva y la tradicional su contenido, al menos éste, lo desune. Así que le preguntaría al turista en un hipotético Centro de Despedida de Visitantes, “¿en serio crees que Córdoba te quiere?”.