El gótico cordobés fue humanista. Por la tardanza en llegar y fundamentalmente, por el peso de una historia plural y multicultural en la ciudad. Sabido esto, el hecho de sumergir la Iglesia de la Magdalena en las aguas de un indiepop cándido y navideño, se nos antoja tan ilustrado y abierto como, salvando las leyendas del tiempo, llenar de elementos mudéjares un templo cristiano del siglo XIII.
La intervención contemporánea en la iglesia desacralizada -con su plus de oscura historia de ruina e incendios-, tuvo lugar el jueves en formato de concierto. La cita fue con Prin’Lalá, grupo formado por tres hermanas de voces angelicales y predicamento en el mundo independiente de la música española gracias a su padrino, el músico cordobés Fernando Vacas. Él llevaba años soñando con hacer de la Magdalena el territorio de su sueño navideño: un concierto del trío con espíritu de cuento tenebroso. Y el experimento cristalizó en la helada iglesia. Voces en latín, canciones de John Lennon, Tom Waits, villancicos populares y temas de musicales, todo ello mezclado con velas, incienso, capuchas negras, rosetones, bóvedas llenas de nervios y juguetitos electrónicos, junto a un piano de cola y una sección de cuerda. El tutti resultó una experiencia emocionante. Lo contrario a una pesadilla antes de navidad.
La santa descarriada presidió el acontecimiento desde el altar-escenario. Las cantantes, el repertorio y hasta algunos fallos técnicos que recordaban a las fiestas navideñas del cole, conectaron a los fieles que llenaban las tres naves con su niño interior. Por citar tres momentos: la galáctica versión de “El tamborilero”, con el porropompón de El Ramos, quien parecía Eduardo Manostijeras; apoteósico “Jesus blood never failed me yet”, con el gran Michael Thomas al violín y el contrabajo de Nuria Moreno; y de espíritu Von Trapp la versión en castellano de “My favourite things”, en el bis.
Un pequeño gran acontecimiento. Un concierto inconscientemente solidario con la necesitada cultura de la ciudad. Que el indiepop “ocupe” una iglesia no ocurre cada día en Córdoba. Ahí va un deseo dirigido a la Fundación Cajasur, que gestiona la Magdalena: si la diversidad ocupa espacios en la ciudad, esta capital seguirá siendo cultural. Feliz y esperanzadora Nochebuena.
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