Me van a permitir el trasvase del término que nombra a la cultura digital al grupo de cultura de Ecolo en Córdoba. Aunque sólo sea en esta columna. Por si alguien aun no lo sabe, éste es el partido verde 2.0 de las próximas elecciones municipales. Pertenece a la red Equo y ha logrado reunir a un grupo de gente heterogénea y de perfil profesional con tanto entusiasmo por cambiar las cosas como con pocas ansias de poder entendido en el peor sentido, el de nuestro tiempo. El mundo al revés, vamos.
Su ambición es una especie de voluntariado militante. Personas que ponen a disposición de un proyecto político de ciudad su inteligencia. Una cuadrilla que está tan “ojiplática” con el sainete cordobés como la mayoría, pero la diferencia reside en que en vez de limitarse a criticar sin hacer nada, reprochan dando un paso adelante y construyendo una realidad paralela. Aunque sea en la red y en los márgenes.
Porque es en una nube virtual donde 45 personas están aportando ideas para las líneas fundamentales del proyecto, divididas en cinco grupos de trabajo. En el de cultura hay arqueólogos, blogueros, sociólogos, profesores universitarios, creadores y poetas. Mucha gente a la que admiro, cosa que raramente me pasa con los políticos profesionales.
Algunos de sus planteamientos: reivindicar al Estado el 1% Cultural cuyo 10% se destinará a la promoción del arte contemporáneo; apoyar la declaración de la Zona Arqueológica de Madinat al-Zahra como Patrimonio de la Humanidad , o creer que los templos son los lugares adecuados para las imágenes de carácter devocional.
Ideas de perogrullo que renuevan políticas anquilosadas. Aunque lo que me vuelve loca es la actitud y el modus operandi en el arranque de este lío. Se nos hace raro entre tanto político aficionado y ver a gente profesional queriendo representarnos. Lo suyo sería tener éxito. Lo malo es que Córdoba y el mundo están al revés.