Selfie de Juan Carlos Reche con la revista Años diez. Ha ganado por méritos el premio al más elegante de nuestra sección |
El poeta edita la nueva revista de poesía ‘Años diez’
En la era de los tweets y el Skype. De las newsletter y el e-book, aun hay alguien en algún rincón que idea, levanta y edita una cuidadísima revista de poesía ¡en papel!. Esa persona es un poeta cordobés -de dónde si no- por el mundo, Juan Carlos Reche, aunque su otra mitad, el también poeta Abraham Gragera, sea madrileño.
Los dos se hallan tras el escenario de versos que es ‘Años diez’, una revista de cadencia semestral publicada por la editorial granadina Cuadernos del Vigía, cuyo número piloto viaja por versos del siglo XX y el XXI. Cartas inéditas de Gerardo Diego, un adelanto de Guillermo López Gallego, reflexiones sobre poesía y sociedad, el descubrimiento de ‘la poética del traductor de poesía’ o los nuevos poemas del cordobés Rafael Álvarez Merlo (que no publica un nuevo libro desde 1986) completan este número cero.
PREGUNTA. ¿Se venden más revistas de poesía que libros de poemas?
RESPUESTA. No. Revistas de poesía hay pocas, cada vez menos, y en papel ni te digo.
P. El sintagma Años diez parece una errata pero no lo es…
R. No. Se refiere a la década en la que vivimos. Es extraño, ¿verdad? Es extraño también lo que conlleva, que no seamos conscientes de lo que significa aún este periodo, mientras que tenemos localizados y etiquetados los años 30,60 u 80 del siglo pasado sin problema.
P. ¿La pretensión es llamar a la reflexión del lector desde la portada?
R. Sí. En la camisa de la revista hemos reproducido el título, Años diez revista de poesía, con distintas tipografías, muy distintas entre ellas, para sugerir en el lector una reflexión sobre nuestro presente, qué hábito le queda mejor, y sobre todo para dejar claro que el siglo XXI es el presente, no el futuro.
P. ¿A qué poetas busca esta nueva publicación?
R. Hemos publicado desde inéditos (Juan Manuel Cabrera, Sevilla, 1971) hasta consagrados en el extranjero pero desconocidos para el lector en español, como J. H. Prynne (Inglaterra, 1936). Sobre todo estamos muy contentos de poder contar con cinco deliciosos inéditos del cordobés Rafael Álvarez Merlo, que no publica libro desde 1986.
Pero sobre todo busca a poetas lectores que quieran aprender y que no tengan miedo de ponerse en cuestión. La poética “El verso proyectivo” del estadounidense Charles Olson, publicada por primera vez en 1950 e inencontrable en España y en castellano es un texto fundamental en el ámbito de las poéticas del siglo pasado. Si fuera leída con atención, a más de uno le cambiaría su escritura, seguro.
P. ¿Y a qué lectores?
R. No hemos hecho un florilegio donde se pide un poema a fulanito, y otro a menganito para hacer una revista como un listín telefónico. Las colaboraciones no son muchas, pero sí jugosas. El lector que lea la revista se encontrará con un volumen para ser leído de cabo a rabo. Me ha gustado especialmente que algunos poetas me hayan comentado que la están leyendo con lápiz en mano para subrayarla.
P. ¿Son esta clase de revistas especializadas las que sobrevivirán en papel en la era digital?
R. Sí y no. Y te explico porque el del nicho especializado es uno de mis temas favoritos últimamente. Creo, como sostenemos en el editorial del número cero, que de una manera u otra se está empujando a la poesía hacia el nicho especializado, es decir un tema específico leído por lectores especializados (como podrían ser los libros sobre cinegética o microcélulas), y si te digo la verdad, aunque me causaría gran tristeza, creo que sería una decisión de alta ecología.
Volviendo a tu pregunta, creo que las que sobrevivirán en papel, además de las de nicho, obviamente, serán las que cuenten con un gran interés, las que sepan editar de un modo interesante y, a la vez, crearse su público. Por editar entiendo la manera de proponer los contenidos, saber guiar al lector, descubrirle hallazgos, etc… Confío en que estas publicaciones puedan sobrevivir con el apoyo de sus lectores.
P. Danos una alegría y di que no existe manipulación e intereses creados en esta clase de publicaciones. Que la poesía está libre de lo mezquino.
R. Las revistas tradicionalmente han sido un medio para darse a conocer y para entrar en contacto con los autores admirados, o bien para defender una postura en el campo literario (revistas de poetas). Abraham Gragera –el subdirector– y yo, que ya estamos talluditos, no hemos querido ni necesitado hacer eso. Nuestro objetivo ha sido reunir una serie de textos que creemos especialmente interesantes para el poeta y el lector de poesía.
P. ¿Qué está abaratando la cultura?
Se van perdiendo las jerarquías. Aunque hay honrosas excepciones. Por ejemplo, el otro día me hicieron una entrevista en el programa radiofónico El Ojo Crítico y me quedé muy sorprendido de la calidad profesional del equipo. Varios se habían leído la revista enterita, y preparado la entrevista de una manera tal que me parecía estar en un examen.
El problema para mí son los responsables de los medios culturales que no tienen mucha idea ni quieren tenerla, y les resulta más fácil vender un perfil en concreto de artista que conocer lo que está pasando realmente. Creo que dar cancha a ciertos artistas en detrimento de sus propios maestros es algo bochornoso. Y creo que la responsabilidad última la tienen los jefes de redacción, los vicepresidentes, los que creen que por ser joven y de tal sexo merecen más atención que otros.
Obviamente el mayor peso lo tiene el problema que está en la base: la educación. Hará veinte años más o menos, un amigo cordobés me comentaba que Aznar –creo recordar– tenía intención de introducir un sistema de evaluación de los profesores (creo que bianual) a través de su productividad, es decir si publicaban, qué, dónde, etc… Y si el profesor (con sus oposiciones sacadas) no lo superaba, pues a la calle. Lo que por entonces me pareció aberrante hoy me parecería un sistema estupendo de filtro y drenaje….
No quiero dejar de recordar que en la revista encontramos una deliciosa y cañera entrevista a Valerio Magrelli donde habla precisamente del abaratamiento de la crítica y reparte un poco de estopa a los blogs. Llega a decir que no quiere saber la opinión de los demás sobre su trabajo, si no están realmente cualificados.
P. ¿Goza de buena salud la poesía española de nuestro tiempo?
R. Claro que sí; sucede sin embargo que, al desaparecer los compartimentos estancos, los bandos, etc…, surgen las voces, los poetas verdaderos, y en muchas ocasiones no son ellos los que ocupan las portadas, sino los que tienen un perfil más vendible.
P. ¿Cuál es tu teoría sobre el caso cordobés? ¿Qué posee nuestro subsuelo para hacer brotar a tantos poetas por metro cuadrado?
Tengo un amigo que cree que es genético. Yo creo que en un cierto momento (años 80-90) se implantaron una serie de estructuras (talleres, lecturas) que coincidieron con algunos profesores especialmente brillantes y dedicados a la poesía en institutos y Universidad que crearon un caldo de cultivo que aún dura.
P. ¿Cómo se ve Córdoba desde los países que has habitado, como Uruguay o Italia?
Yo siempre digo que Córdoba es la única ciudad de Occidente que fue capital mundial y nadie lo recuerda. Es vista como una de las ciudades más tentadoras de Andalucía y España para venir a visitarla, poseedora de un gran pasado… Quién sabe si sabrá reponerse del jarro de agua fría que supuso la no capitalidad.
P. Ser padre cambia la vida ¿y también los versos que se escriben?
R. Sólo muy pocos. Y esos son los únicos que cuentan, fíjate. Yo, por mi parte, he querido hacer ecología en este sentido. Hace 8 años que no publico un libro, y creo que no lo haré hasta tener algo de lo que no volver a avergonzarme. Es una de las primeras cosas que aprendí y me cambió la vida, aunque ya tarde.
P. ¿Pensar en poesía se parece a salvarla?
R. Desde luego. Creo que el papel del poeta hoy día no se limita a escribir los propios versos, sino a hacer una labor de difusión de la poesía en sí, ya sea mediante el activismo cultural, la traducción, la edición, o simplemente usándola en el día a día, es decir expresándose o actuando de manera poética.
P. ¿El miedo a la poesía se combate con divulgación?
R. Más bien con el consumo y con la conciencia de que la poesía no es un cuerpo ajeno. Ya en el habla de ciertos grupos encuentro muchos elementos poéticos.
P. ¿Y para qué la poesía?
R. Para ser menos tontos.