“La tragedia ha muerto”. Rafael Álvarez El Brujo confiesa que su enamoramiento de Esquilo lo llevó a inventarse su último espectáculo, Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia, representado la noche del 1 de noviembre, esa jornada patrimonio de Don Juan y Doña Inés, en el Gran Teatro de Córdoba.
Se trata de la mirada de un juglar sobre la tragedia griega y vuelve a llevar grabado a fuego el sello del actor lucentino: Las profundidades contadas desde un realismo elocuente de taberna, tan claro que se llena de romanticismo. Y Rafael vuelve a hacerlo como actor solista, una tradición europea que se remonta a los juglares antiguos y cuyo exponente más prestigioso es quien le cambió la vida a El Brujo, Dario Fo.