El músico uruguayo derrite el hielo de su último trabajo creando intimidad en La Axerquía
La boca enorme de una guitarra en el escenario y toda La Axerquía como caja de resonancia. Así construyó anoche Jorge Drexler el efímero refugio del exterior -“de las inclemencias y de las derrotas”- en el concierto número 80 de su gira Salvavidas de hielo. Un asilo de la realidad. Y aunque no sea necesaria ninguna justificación para invitar al uruguayo a cualquier celebración de la vida, la de esta ocasión era cien por cien oportuna en el festival cordobés: su último disco está grabado exclusivamente con guitarras.