Aquel genio innovador de la música llamado Abu l-Hasan Ali ibn Nafi y conocido como Ziryab vivió en la Córdoba andalusí un siglo antes de la construcción de Medina Azahara. Aún así, su espíritu de mirlo negro, de sabio elegante capaz de elevar la importancia de la música en la corte omeya, equiparándola con la filosofía o las matemáticas, debió sobrevolar la noche del lunes la antigua ciudad brillante durante el concierto tributo a las damas contemporáneas de la canción árabe. Un homenaje a tres cantantes alejadas del eco eterno de aquellos músicos andalusíes, pero cuyas voces tienen la capacidad de armonizar cualquier alma con el ritmo cósmico.
El jardín desplegado ante el salón basilical, en la parte alta del conjunto arqueológico, cuya fachada iluminada servía de excepcional fondo de escenario, acogió un concierto fascinante bajo las estrellas y un inaudito frescor de julio. Protagonizado por la cantante siria Linda Al Ahmad y con la compañía de cinco músicos, su elegantísima presencia y su voz, llena de semitonos y cromatismo, puso a prueba el poder de los efectos que los sonidos poseen sobre el alma humana.