La agitación otorga belleza. Si lo dudan, pasen y lean. Esta es la historia de dos agitadoras culturales, poetas para más señas, que hace siete años fundaron un colectivo llamado La Bella Varsovia. Como el siete es un numero mágico y místico, algo tan bello se ha convertido en una editorial con un brillante y artesano catálogo de jóvenes poetas. Tanto, que medios catalanes ya la considerada la editorial underground del momento y la del futuro de la poesía en España.
La filosofía de estas hadas madrinas de las letras es la de publicar aquellos poemas que les gustan y que aun siguen guardados en un cajón. De su mano hemos leído a poetas incluso menores de 20 años. Gente de todo el país que puede escribir un verso en un SMS, un Whatsapp o un tweet. Poetas que se comen el mundo “a mordiscos desafiantes”, como dice Nacho Vegas de Luna Miguel. Ellos nos han mordido de forma desafiante y provocadora y extenuada y amorosa y erótica y trascendente y fútil y “todo aquello que surge cuando el mundo te supone adulto”, según Cristian Alcaraz.
Es muy difícil que Córdoba pueda devolverle a Elena y a Alejandra el milagrito que han obrado. Aparte de descubrir a poetas jóvenes, han nombrado con Pablo García Baena a un premio, han homenajeado “Las afueras” de García Casado, crearon el ciclo Noctámbulos y siguen organizando fiestas polacas en las que, como anoche, mezclan versos con música bizarra, chuches y cutre lux. Han tenido la naturalidad de bajar la poesía al suelo y conseguir acercar a muchos lo que sólo una elite conocía. Y son posturas tan estéticas y agitadoras las que hace temblar estructuras que están establecidas y parecen inamovibles. El antídoto para una ciudad regida por un calendario de fiestas peñistas y religiosas. La agitación comenzó con “Radio Varsovia” en el Alcázar. Hoy, la belleza continúa.