La todopoderosa voz de la irlandesa conquista La Axerquía en un concierto de alma negra
Cuenta la historia que un día el padre de Imelda May la llevaba a un concierto mientras ella lloraba por una ruptura sentimental. “¿Tienes roto el corazón?”, le preguntó.”Perfecto. Ahora puedes cantar blues”. Lo que ocurrió es que la cantante escogió desobedecer a su progenitor a pesar de la Billie Holiday que llevaba dentro. Prefirió no sufrir y darse a la diversión del rockabilly, vestirse de pin-up y dejarse un caracolillo rubio en la frente. Cinco discos después, los tiempos han cambiado, la vida se ha vuelto oscura y May ya le hace caso a papi.