blog - artículos, entrevistas, reportajes y crónica de marta jiménez

Solares

No existe dinero para destruir nada (…) Córdoba se parece más a aquella Sevilla del 89 que a la de 2016

Marta JiménezMarta Jiménez@radiomarta

Esta semana volví a ver ‘Grupo 7’, el inmenso policíaco andaluz de Alberto Rodríguez, que, entre otras cosas, viene a revelar que el cine español no debe andar tan mal cuando en el sur se realizan películas de tanta calidad. El filme cuenta cómo Sevilla barrió de droga el centro de la ciudad en los años previos a la Expo 92. Zonas hoy tan boho-chic como la Alameda de Hércules, andaban entonces abandonadas a la prostitución y al menudeo de droga, lo que se debía a factores de todo tipo, uno de ellos el urbanístico. Por cada dos casas, había una abandonada o era directamente un solar.

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EL PERIODISTA ROMÁNTICO



Rafael Romero Barros fue un extenso humanista cuya labor más desconocida se basó en defender el patrimonio a través de la prensa cordobesa de final del siglo XIX

Rafael Romero Barros (Moguer 1932-Córdoba 1895) fue, en realidad, muchos hombres. Lo asombroso es que todos destacaron en una sola persona con una sola vida: la de un extenso humanista. Su existencia giró en torno a la cultura de su ciudad de adopción hasta el día de su muerte, en la que trabajó por la musealización del patrimonio artístico, realizó restauraciones en la Mezquita y otros muchos edificios, investigó sobre arte, arqueología y urbanismo, pintó bodegones y paisajes, además de ejercer de pedagogo de grandes artistas de su tiempo, entre ellos sus propios hijos. La sombra de uno de ellos, Julio Romero de Torres, ha eclipsado injustamente la estela histórica de un hombre que llegó a Córdoba en 1862 como conservador del Museo Provincial, hoy Museo de Bellas Artes, localizado en el mismo solar donde vivió en la Plaza del Potro. Por ello, el Museo ha dedicado este 2012 a celebrar los 150 años de la llegada a Córdoba de este intelectual que revolucionó la vida cultural en la ciudad.
En aquel viejo caserón Romero Barros puso los cimientos de instituciones que hoy perviven radiantes, tales como el Museo de Pinturas, el Museo Arqueológico, la Escuela de Bellas Artes (germen de la actual Mateo Inurria) o el Conservatorio de Música. Rara vez alguien ha hecho tanto por la cultura y el arte en Córdoba como aquel hombre “de cabeza artística, de rostro enjuto con perilla, de mirada viva y penetrante, inquieto, locuaz e ingenioso”, como lo retrataba el periodista Ricardo de Montis.
Paralelamente a la abundante actividad de su día a día, Romero Barros escribió sobre lo que pensaba, lo que descubría y a las conclusiones que llegaba: realizó crítica de arte, interpretación arqueológica, restauración, difusión y defensa del patrimonio… todo ello con el gran altavoz que suponía la prensa local cordobesa de finales del siglo XIX. Tal actividad literaria ha sido olvidada por la historia, por mucho que el artista e intelectual decimonónico pusiera grandes esfuerzos pedagógicos para convertirla en “crónica periodística”, a través del principal periódico que se editaba en la ciudad durante los 33 años que aquí vivió: El Diario de Córdoba, cuyo subtítulo rezaba De comercio, industria administración, literatura y avisos.