Las mujeres no somos un colectivo social sino más de la mitad de la población. Por eso el futuro será feminista o no será.
A preguntas sobre creencias, ideologías, identidades o tribus, siempre respondo igual: soy feminista. Nunca me he planteado la posibilidad de no serlo. Cada vez lo digo más alto, en un volumen inversamente proporcional al estigma que tantos siguen intentando inyectarle al término, negándolo, denostándolo o manipulándolo para crear confusión. Da bastante vergüenza ajena tener que seguir explicando, tras más un siglo, que el feminismo no es lo contrario del machismo, sino un movimiento y una doctrina social que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Y lo exige con mucha diversidad en su seno, con poca autocrítica y con casi ningún sentido del humor.
El machismo lo constituyen actos físicos o verbales de carácter sexista. No hay más. Una lapa pegada a la estructura social cuya utopía de acabar con ella parece haber saltado en mil pedazos, como tantas otras cosas ¿Qué mujer no ha sufrido el machismo en sus poros? El principal drama viene al encontrar la batalla, de forma cada vez más sofisticada, en las trincheras que una no se espera. En combatientes que no se ven venir y tienden las peores emboscadas. Me refiero a los que se creen de izquierdas. Progresistas. A los (presuntos) modernos en todo menos en el trato a las mujeres. A los que tapan su misoginia con postureo. Todos ellos deben saber que la base de cualquier progresía está en la forma en la que tratan a las mujeres y lo demás, no importa.
En cuanto a cómo quiero ser feminista, que esa es otra, ahí va mi carta a las Reinas Magas: no perteneciendo a la Policía del Feminismo que va echando broncas a diestro y siniestro; aspirando a no renunciar a nada, solo a la solemnidad, a la corrección política y a pensar que todas somos maravillosas; buscando la inteligencia, la ironía, la crítica, el activismo, la diversión, el exceso, la irreverencia y la libertad, además de cuestionar todo límite que encuentre en mi camino.
Las mujeres no somos un colectivo social sino más de la mitad de la población. Por eso el futuro será feminista o no será.